Silencio


Silencio
Siempre estamos diciendo algo. Aún cuando estemos callados hablamos con nuestra actitud. Estando en silencio es como Dios nos escucha mejor.

El silencio puede ser interpretado como un acto de protesta contundente, como una señal de asombro o de impotencia. Una persona enojada que guarda silencio habla con sus gestos y su actitud, también la indiferencia se puede mostrar usando el silencio como una muralla que bloquea toda comunicación. El ser humano está diseñado para la comunicación y por eso es tan difícil que pueda estar en silencio aun cuando no emita palabras. Pero para Dios el silencio tiene un sentido muy diferente. Guardar silencio delante de Él, es rendirnos ante Su eterna sabiduría y poder, abandonarnos en los brazos del Padre que conoce cada uno de nuestros pensamientos y enmudecer por no tener argumento alguno para reprochar ninguno de Sus designios. Se dice que en el antiguo pacto cuando el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo, lo cual era posible solo una vez en la vida de quien le correspondiera, debía guardarse tal silencio en ese lugar que el sacerdote llegaba a escuchar los latidos de su propio corazón. Cuando guardamos tal grado de silencio ante El lo estamos diciendo todo.

“Pero El Señor está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra”. Habacuc 2:20